¿Cuáles son hoy los tabúes de la sexualidad masculina?

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Por La Nación / GDA Una escena de histeria virtual protagonizada por un tuitero promedio argentino ante la mención de un vibrador para uso masculino ha llevado a preguntarse acerca de qué tan grande es la distancia que existe entre lo que los varones que se reconocen como heterosexuales dicen que hacen en la cama y lo que realmente sucede.

"Generalmente, los hombres cuentan una cosa, pero luego en su vida íntima eso no siempre es así", afirma en base a su experiencia clínica la psicóloga y sexóloga Andrea Gómez.
Sandra Lustgarten, psicóloga y sexóloga especialista en disfunciones sexuales, ofrece una explicación de por qué cada vez es más grande la brecha entre la sexualidad masculina y lo que el varón se atreve a contar al respecto: "Muchos hombres descubren, generalmente a partir de mujeres que se animan a estimularlos, que cuando prueban la penetración o el juego anal les gusta. Lo hacen con un poco de inhibición aunque con mayor deseo. Pero, este disfrute sexual por vías no tradicionales les genera temor de que si dicen que les gusta o que los seduce puedan verse fuera de los conceptos aceptados por nuestra sociedad como permitidos, considerados no promiscuos, lo que puede llevarlos a sentirse avergonzados, ridiculizados, siendo tomados como homosexuales no declarados".
"Es cierto que hay muchas cosas que no se cuentan por prejuicio -coincide Gómez-. Vivimos en una sociedad muy machista y hay muchas cosas que no están bien vistas desde lo masculino. Los varones sienten la exigencia, el mandato, de dar una imagen de hombre, masculina, de macho, frente a sus amigos y, por sostener esa imagen, no cuentan lo que realmente les gusta o desean".
Basta recorrer cualquier sexshop para dar con una amplia variedad de juguetes sexuales de uso tanto femenino como masculino, ninguno de los cuales suele formar parte de una charla "de hombres". "Ningún varón va a hacer mención alguna en una consulta a que en una relación incluye el uso de juguetes sexuales, y si lo hace lo cuenta que lo usa para placer de la mujer -agrega Gómez-. Todavía da mucho pudor al varón heterosexual abrir esa posibilidad de poder jugar, de incluir dentro de la pareja juguetes. Y el resultado es que habitualmente el hombre no manifiesta ni desarrolla sus fantasías por miedos que no son reales".
Ese mismo temor a explorar la sexualidad en el "macho" es el que muchas veces levanta una pared ante las sensaciones que su propio cuerpo le devuelve. "Me sucede a menudo que pacientes varones consultan acerca de diversas sensaciones que tienen ante la estimulación de sus pezones -cuenta Lustgarten-. Entender que el hombre puede tener sensibilidad y que puede ser en zonas eróticas semejantes a la mujer como ser pezones y mamas es aceptar que el cuerpo es maravilloso y rico en cuanto a posibilidades para el goce, pero el problema es que la falta de educación sexual hoy hace que vivir ciertas cosas que se salen de la norma, se exhiban como groseras, perversas, transgresivas o prohibidas. Y todo eso lleva a que los varones desconozcan su cuerpo. Por el contrario, aceptar que hay cosas que no encasillan ni etiquetan, y tomar una actitud desafiante hacia el descubrimiento, abre nuevos parámetros".
En el consultorio
El "deber ser" en lo que refiere a la vida sexual del varón llega en muchos casos a generar una distancia poco saludable -usando el término saludable en sentido estricto- que lo separa del médico al que acude por problemas como la disfunción eréctil. "Existe una importante disparidad en el relato de los pacientes con disfunciones sexuales frente al médico urólogo especialista en medicina sexual que frente a un médico sexólogo", dice a modo de introducción Adolfo Casabé, médico urólogo y director médico del Instituto Médico Especializado (IME).
"Cuando del interrogatorio surgen dudas acerca del origen orgánico de la disfunción y los enviamos al terapeuta, muchos de estos pacientes le manifiestan al sexólogo sus inclinaciones sexuales, las mismas que callaron antes porque les avergüenza contarlas frente al médico -se lamenta el especialista-. Por ejemplo, fetichismo: pacientes que solo pueden erectar o eyacular frente a objetos que les disparen una gran excitación, como zapatos femeninos de taco alto, vestirse con ropas femeninas, jugueteos perianales o anales que ellos no se animan a contar ni a pedir a sus parejas".
No compartir con sus parejas aquello que realmente lo estimula sexualmente lleva a que el hombre muchas veces pierda interés en las relaciones sexuales o que incluso la falta de excitación durante las mismas genere problemas de disfunción eréctil, que no tienen raíz biológica sino que se originan en la falta de estimulación real obtenida durante el encuentro sexual.
Algunas de estas personas con problemas de disfunción sexual, completa Adolfo Casabé, "si pudiesen cumplir con sus deseos y fantasías sexuales libremente con sus parejas no estarían sentadas frente a un consultorio médico pensando que con la ayuda médica mediada por fármacos van a poder lograr ese nivel de excitación a veces reprimido por su formación, educación y tabúes".

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